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Dioses en Las Cumbres

  • Le Petit Marteau
  • 27 ene 2017
  • 2 Min. de lectura

Hace algún tiempo fui a un lugar tan mágico que me veo en la obligación de contarles sobre esta joya ubicada en la cumbre de un cerro que nos permite apreciar una vista de 360º de la península punta esteña y de la Laguna del Sauce, en Maldonado.


La reserva era a las 19hs y teníamos que llegar puntualmente, salimos en auto por la ruta 12 y llegamos desde la península en 17 minutos. La señalización no era tan rudimentaria como esperaba, pero igualmente nadie llega sin tener un guía.


Comenzamos adentrarnos a un monte tupido de nuestra madre naturaleza oriental y lentamente comenzamos en zigzag a subir el cerro. En la cumbre un gran portón de hierro nos abordaba indicando de manera rotunda que estábamos por entrar al mundo de los inmortales adinerados. A modo de ilustración - exclusivamente - , si vas en un auto Fiat del año 1992, con las ventanas abiertas porque no cuenta con aire acondicionado y en el asiento trasero llevas una conservadora con cervezas y emparedados de paleta, que compraste en el bario Kennedy este lugar no es para ti - perdón por esta imagen mental -.


Al final del camino se encontraba un “no tan majestuoso hotel” llamado Las Cumbres. Más bien no era para nada de lo que esperaba. Una construcción de dos plantas, rústica y de techos de cinc pintados de gris. Me impresionaron más los portones de hierro que el edificio.


No puedo negar que la atención de su personal fue sustancialmente delicada y atenta. El hotel cuenta con 20 habitaciones, algunas son cabañas y otras están dentro del edificio principal. La decoración interna es extremadamente exótica, una mezcla de artefactos, alfombras, telas y muebles que rompen con el ideal de la homogeneidad siendo un espacio museístico y lleno de peculiaridades.


La peculiaridad máxima sin duda alguna es sus vistas. Se pagan fortunas para hacer una boda en las terrazas y nosotros no nos quedamos atrás. Nos ubicamos en la terraza principal mirando hacia el horizonte, justo a la hora en que bajaba el sol. Lo maravilloso no fue exactamente la puesta del sol, sino el "mise en place" del High Tea, siendo realmente muy “high”. Dos mozos nos sirvieron el glorioso Té de las Cumbres. Porcelana inglesa de la más fina calidad, bocados abundantes y deliciosos - tanto así que esa noche no cenamos -. Todo ese manjar rodeado de una vista asombrosa y de varios brasileños sacándose selfies.


Todo fue maravilloso hasta que llegó la cuenta (en dólares) y como todo un caballero pasé la tarjeta con una mano en el corazón.


Tips:

Sólo aceptan dólares y si vas con tarjeta prepárate para cuando llegue el estado de cuenta.

No te hagas el caballero si tu billetera no está acostumbrada a las alturas.

Lleva tu propio repelente de insectos porque ni los más adinerados se salvan.

Si tu automóvil es precario, estaciónate lejos de la puerta principal.

Nunca bajes la mirada cuando te dirijas al baño porque seguramente vas tropezar.


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