La arquitectura que se nos escapa entre los dedos...
- Le Petit Marteau
- 4 feb 2017
- 3 Min. de lectura
Nada es mejor que observar detenidamente las personas del interior del país llegando por primera o segunda vez a Montevideo. Los mal llamados “canarios”, según los capitalinos, ignorando por completo que Canelones no es el resto del país, sino que hay más Departamentos con más "paisanos". Ellos son quienes más disfrutan de nuestro patrimonio arquitectónico. Lo que no sabe el capitalino, es que ellos son quienes le dan el touch de rusticidad y patriotismo a la segunda ciudad mas cosmopolita del país: Montevideo - la primera es Punta del Este -.
Gracias a los "canarios" podemos descubrir lugares y edificios que pasamos a diario sin inmutarnos de su belleza y rareza. Creo firmemente que quienes más aprecian la cultura montevideana son los extranjeros y los del interior del país. Lo podemos constatar cuando caminando por la Avenida 18 de julio, en un día de semana, vemos como algún “canario” mira hacia arriba, perdiendo su vista entre los techos y frisos...y es allí cuando me pregunto:
¿Son los montevideanos ignorantes de sus propias bellezas arquitectónicas?
Sondeando por Facebook me encontré con algunas páginas de uruguayos que reivindican el Montevideo antiguo, publicando fotografías de espacios públicos y privados que ya no existen. En los comentarios se aprecia desaprobación a los Municipios y el Estado en cuanto a la destrucción y modificación total de estos lugares. Se indignan de cómo las grandes empresas compran casas de una riqueza arquitectónica sublime y las derriban sin pena alguna para construir complejos de apartamentos de muy mala calidad a precios de venta y alquiler insensatamente altos.

Rambla de Pocitos, Montevideo
Si bien existen normativas municipales y estatales con respecto a la preservación patrimonial edilicia, en la práctica esto no asegura nada. Algunos edificios, en el caso de Montevideo, por su estilo único fueron nombrados patrimoniales por lo cual no se los pueden derrumbar ni modificar, pero el gobierno municipal no otorga subsidios para mantener las estructuras, y en el caso que se logre, el dinero es escandalosamente insuficiente. Como consecuencia muchas de ellas terminan en la ruina total, como está sucediendo con el Palacio Salvo en Montevideo o el Teatro Escayola en la ciudad de Tacuarembó.
Sin embargo, otros no corren con la misma suerte, sino que son destruidos en un santiamén por grandes empresas inmobiliarias y comerciales dejando en el olvido tesoros de un valor tangible e intangible invaluable, como lo fue por ejemplo en la fabrica de alfombras La Indígena, siendo derrumbada totalmente para construir un local comercial de Casas Montevideo. Si bien se hizo una movida entre los vecinos para salvar el edificio, no tuvieron éxito.

Demolición de La Indígena - Avenida Italia - Montevideo
Buenos Aires, por ejemplo, respeta más su estilo particular y los arquitectos han sabido fusionar magistralmente tecnología de última generación en edificios con más de ochenta años. Tal vez sería interesante presionar un poco más al Ministerio de Cultura para que sean más firmes con respecto a las normas y promover programas de rescate edilicio y no de destrucción patrimonial como lo han estado haciendo.
Es irónico que en lugar de defender los edificios de la ciudad vieja de Montevideo, por ejemplo, promuevan la construcción de cajas de cemento y vidrio.
Ya sabemos que nuestras autoridades mucho no les preocupa nuestro patrimonio, pero
¿a nosotros, nos interesa?...
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